Pistas de comportamiento militar.
Para buscar estas pistas, debemos comprender el
génesis del problema. Y se trata de conocer a la unidad mínima que conforma a
las fuerzas armadas, “los soldados o militares”. Es esencial profundizar en el
motivo que mueve al militar, el estímulo que lo hace reaccionar, es decir, la
fuerza que lo lleva aun objetivo.
Es por esto, que buscaremos trasladarnos hacia el
pasado del militar. Por una parte, a ese soldado que una vez fue un
adolescente, que tuvo unos gustos e inclinaciones. Y por otra, indagar en cómo
se realiza ese llamado, qué es lo que venden las instituciones militares y qué
buscan en los jóvenes.
Los deseos del militar.

La más simple, pero peligrosa, son las motivaciones
de poder. Esta puede ser, solo de poder o solo de aspiraciones económicas.
Los jóvenes que entran a las fuerzas armadas cuyas aspiraciones son de poder, son
aquellos que solo buscan tener el respeto y control de masas y situaciones. Es
un placer para ellos tener el mando y tienen un código moral personalizado
caracterizado por un egocentrismo que quieren imponer.
En cambio, aquellos cuyas motivaciones son estrictamente
económicas, ven a las fuerzas armadas como el camino del dinero fácil. No
buscan imponer un código moral específico, ni se rigen por alguno en
particular, pues, las reglas pueden cambiar siempre que ellos se puedan
enriquecer. De este tipo de soldados, también están los que podríamos llamar,
los cazarrecompensas, dispuestos a realizar cualquier trabajo sucio, solo
quieren que “les tiren algo”. Estos últimos, generalmente son los obreros que
hacen el “trabajo sucio” de superiores que no quieren verse implicados en
asuntos peligrosos.
Por otra parte, los jóvenes que buscan a las fuerzas
armadas por asuntos ideológicos, también se les puede identificar como aquellos
que rebuscan el sentido de sus vidas en la acción militar. Aunque, este tipo de
soldados son pocos, son resistentes e ingenuos, pues frecuentemente son usados
por aquellos con motivaciones económicas (igual que a los cazarrecompensas).
Existen aquellos que, sienten identidad por una corriente de pensamiento del momento y ven
que en las fuerzas armadas, puede hacer realidad la vivencia de dicha
ideología. No necesariamente tiene que ser partidista, también puede ser por un
sentimiento de gusto para la guerra, el uniforme, las armas, hechos históricos,
entre otros. Este tipo de soldado, solo permanece en el la fuerza armada por la
satisfacción de vivir algún o algunos elementos particulares de la vida
militar. Por ejemplo, aquel que solo se siente realizado por usar uniforme
militar, no le importará los demás aspectos de la vida, pues para él su mayor
aspiración ya es realidad.
Y finalmente, los que representan un gran riego
futuro. Los que no encuentran el sentido
de sus vidas. Aspirantes que no saben qué estudiar, sin visión de emprendimiento,
de voluntad perdida, los que el desgano y aburrimiento los acobija de las
responsabilidades. También, están los de sueños frustrados y los que se
consideran que “no sirven para nada”.

El peligro que representan estos soldados, se
encuentra precisamente en lo que los caracteriza, “el sin sentido de sus vidas”.
Por lo que, no tienen algo que consideren importante para ellos, no tienen nada
por que luchar y han optado por la oportunidad que sobra. También son fáciles
de ideologizar, porque no tienen un criterio real de la existencia. Se obtienen
entonces, candidatos arriesgados, fieles y sin impedimentos morales. Pero con
una fuerte debilidad, su único miedo: dejar de pertenecer a aquello que les da
sentido de su existencia. Lo que da como resultado, un soldado de actitud radical,
bajo temor constante y fácil de manipular. Y cuando, le llegue una pizca de
sentido moral, hará caso omiso a su juicio y obedecerá ciegamente a sus
superiores.
Adicional a
estas ideas, nos podemos preguntar: ¿Dónde quedan los nobles soldados, aquellos
que ingresan a la fuerza armada por seguir principios patrióticos, defender y
luchar por el pobre y oprimido? Porque, no todos son corruptos o radicales, sin
sentidos morales o ambiciosos. Pues, como en todo conglomerado humano, hay
excepciones y bastantes puntuales.
Pero, si tus intenciones son tan nobles y justas,
dime algo: ¿qué podemos concluir de quien opta por una vida de armas? Porque,
para lo patriótico, la justicia y defensa de libertades, hay caminos donde las
ideas son los valiosos instrumentos de batalla. Entonces, ¿por qué buscar la
alternativa de la fuerza y la violencia? No me queda más, que pensar en
posibles frustraciones, ambiciones económicas o de poder y perdida de sentido
de la vida de quien se atreva a mirar con deseo la vida militar.
Revisemos nuestros motivos y evaluemos nuestras
intenciones.
Si quieres escuchar el podcast del tema...
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